Franco encomendó a su capellán personal, don
José María Bulart, una tarea extraña. Pregunte usted, le dijo el
dictador, al que quiera confesarse antes de ser ejecutado qué es lo que
le motivó a tener tanto odio y a matar de esa manera tan cruel a mucha
gente.
Por Carmen Franco se supo que el capellán de su padre
realizó tan difícil trabajo y este fue el resultado que la hija del
dictador contó a Jesús Palacios y Stanley G. Payne: “Había una
declaración común en los pecados de aquellas personas. Decían que lo
que más le había influido era el Mundo Obrero, el periódico comunista".
Eso se le quedó marcado a mi padre, apostilló Carmen.
Cuando en
octubre de 1974 Felipe González pasó una noche detenido en las
dependencias de la Jefatura Superior de Policía, en Sevilla, un agente
le ofreció un ejemplar de “Mundo Obrero” que estaba secuestrado, por si
quería leer. El ofrecimiento molestó mucho al líder socialista.