Cuando murió Antonio
Mairena muchos gitanos rezaron en caló el padrenuestro que el entonces
bancario José Rodríguez Díaz les había enseñado. En aquellos años, los
80, él creía que los gitanos lo estaban pasando mal, casi como cuando
llegaron a España en 1447. Me mostró fotocopia de un documento de los
Reyes Católicos, en el que se dispone que se darían 100 azotes y se
expulsaría del reino a los gitanos que vagabundeasen por falta de
oficio. Y a los reincidentes se les cortarían las orejas. Ahora no se
les priva de ellas, sólo se hace oídos sordos a sus aspiraciones.