Salvador Távora está aprendiendo
constantemente a vivir. Le ayuda en esta difícil tarea el teatro.
Gracias al teatro conoce las reacciones que provocan en los demás sus
espectáculos. Después él las confronta con sus sentimientos, que son muy
espontáneos.
Por “Quejío” no pasan los años. Esta obra es un
llamamiento a la unidad tan necesaria hoy día. Cuando en 1973 se
representó “Quejío” en Méjico, al día siguiente los periódicos de
derecha dijeron “que el público se marchó porque no entendió la obra”.
¿Y que afirmó la prensa de izquierda? “Que los espectadores se
marcharon porque la entendieron perfectamente”.
Las tres funciones
siguientes se abarrotaron por los hijos de los que se habían marchado,
a pesar de que asistían poco al teatro por considerarlo un producto
burgués.
El día que Salvador, con catorce años recién cumplidos, entró, como aprendiz, en la fábrica de “Hytasa”, en el taller mecánico, se encontró con una especie de ciudad con cuatro muros que le hizo
sentir que entraba en algo que no tenía salida.
(De una de mis largas conversaciones con Távora).
El
próximo día 15 se estrena “Quejío” a las ocho y media en la Avenida de
Hytasa 14. A ver que dicen, al día siguiente , los medios de
comunicación, tanto los zurdos como los diestros.