Quizá Francisco Díaz
Velásquez sepa en quién pensaba Agustín García Calvo cuando escribió el
poema que empieza así: “Libre te quiero, como arroyo que brinca de peña
en peña, pero no mía. Grande te quiero, como monte preñado de
primavera, pero no mía”
García Calvo había sido catedrático de Lenguas Clásicas de la Universidad de Sevilla. El entonces alcalde de la capital hispalense Félix Moreno de la Cova decía de él que “en sus explicaciones sobre mitología antigua comparada, presentaba ejemplos que contribuían seriamente a la deformación intelectual de los alumnos, involucrando en dicho mito y en sus interpretaciones a la Virgen María y desvirtuando así el dogma de la Inmaculada Concepción”. (Félix Moreno de la Cova participó en la Guerra Civil en el bando de los sublevados contra la República. Fue Gran Cruz del Mérito Militar, Civil, Agrícola, de Alfonso X el Sabio y de Rubén Darío.)
El poema de García Calvo termina con estas palabras:
“Blanca te quiero, como flor de azahares sobre la tierra, pero no mía.
Pero no mía ni de Dios ni de nadie ni tuya siquiera”.
García Calvo había sido catedrático de Lenguas Clásicas de la Universidad de Sevilla. El entonces alcalde de la capital hispalense Félix Moreno de la Cova decía de él que “en sus explicaciones sobre mitología antigua comparada, presentaba ejemplos que contribuían seriamente a la deformación intelectual de los alumnos, involucrando en dicho mito y en sus interpretaciones a la Virgen María y desvirtuando así el dogma de la Inmaculada Concepción”. (Félix Moreno de la Cova participó en la Guerra Civil en el bando de los sublevados contra la República. Fue Gran Cruz del Mérito Militar, Civil, Agrícola, de Alfonso X el Sabio y de Rubén Darío.)
El poema de García Calvo termina con estas palabras:
“Blanca te quiero, como flor de azahares sobre la tierra, pero no mía.
Pero no mía ni de Dios ni de nadie ni tuya siquiera”.